Los grid se miraron.
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"Concerniente", dijo uno de ellos, el que llevaba en brazos al
bebé rubio que miraba dios.
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"Cien monedas, es perfecto", dijo el otro, ausente, contemplando la
intensidad.
Los
dos rieron, y corrieron al fondo con parsimonia, que no había
apuro al fin y al cabo.
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"Hay que embellecer la casa", dijo que el que llevaba lentes.
Arrojó por la ventana el cigarrillo armado y sonrió al
bebé, que comenzó a entonar el nuevo orden de la casa.
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