Por Amor (XII): El
Templo de Pasos
Saldrá, cuando
ya había salido
- "Suena sacerdotisa de la bella
gana... ¿oyes? Se le dibuja la silueta en la voz".
- "Sí, viste de blanco,
y el pecho le bulle en vellones entre la huella del escote".
El grid vigía
oteó la perpendicular al horizonte queriendo robar una espalda
fugaz -¡ay, un ombligo!- al cielo fugitivo. El bebé que
mira dios se hizo pis y se oyó una risa entre las nubes.
- "¿Será una
señal?", preguntó el grid poeta: "Es tan hermosa..."
- "No lo dudes",
respondió el grid de vientre plano.
La criatura alada
entretejía las historias en un blues que convocaba caminantes y
grid a otra perpendicular, al tiempo en que, incesantemente, la mirada
del bebé que dios miraba, renacía.
Piensa en cuando no tenías nada. Quiero decir: piensa en cuando
no sabías cuánto valía lo que tenías, y te
sentías desnudo bajo las armaduras y el chal, desposeído
en la amplitud del palacio, repartidor del tiempo que no sabías
compartir. Hay un ayer para el ahora, un ayer necesario para
entenderte con el espejo, aún si la historia real podría
no contar con más que el instante en que te mirabas,
recién, y no te reconocías; y nunca te habías
visto. Construye un universo mirando el peine ese nacarado de
pesodiéz con sus cincuenta dientecillos iguales y sus dos
colmillos culminantes. A medida que te entrenas, advertirás que
has creado un sinfin de realidades y te sobra aún materia prima;
verás que a la hora de tener todo lo necesario, sobra la mitad
del peine y ya no tienes disposición de inventariar ninguna
riqueza adicional. ¿A qué corrías cuando no
sabías? Te sabe bien el raso azul del almohadón en que
descansas, ahora que el verde ausente acaricia tu añoranza del
desierto. Piensa en cuando todo te rodeaba y se hacía llamar por
tí, y no tenías nada. Las montañas quietas y el
frío sabroso tras la ventana, y abajo nosotros, esperando que nos
sostengas por sostenerte. Este es el primer instante de tu tiempo, y has
caminado sin vida, en tiempos otros, para llegar aquí.
Sábelo: estamos hartos de aguardar por tí. Las historias
de mi calle, las anécdotas del colegio y los aromas de la cocina
de cada abuela: todo una pura excusa para llevarme a bendecir el
arcoiris, para despertar mi caricia al mango de hueso del cuchillo, para
que guarde la noche el secreto de mis días entre imágenes
de un mundo próximo que me recorta de sí al despertar. Un
tiempo futuro, desde el cual construir el presente, indiferentes a todo
condicionamiento de cualquier hipótesis de pasado. Esto es: el
tiempo circulando al revés de lo que creíamos cuando
estábamos afuera: el presente en función del futuro; la
crónica de ayer establecida por la intención de
mañana. Recién se inició el invierno: todo
comienza dentro de algo más de dos meses. Apresta tus
sueños a sembrar.
Un grid se espantó por
el trueno; otro cerró los ojos; el bebé que mira dios
buscó a dios en el espejo; afuera, la madreselva y el
cedrón palidecían, rojecían, violetaban sus filos y
pedían, y su murmullo sabía a cosquillas de las de espuma
de mar, y la sonrisa del bebé que dios miraba ronquecía.
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