Por Amor (XII): El Templo de Pasos
Saldrá, cuando ya había salido
iair menachem, Jerusalem, 5764

- "Suena sacerdotisa de la bella gana... ¿oyes? Se le dibuja la silueta en la voz".
- "Sí, viste de blanco, y el pecho le bulle en vellones entre la huella del escote".
El grid vigía oteó la perpendicular al horizonte queriendo robar una espalda fugaz -¡ay, un ombligo!- al cielo fugitivo. El bebé que mira dios se hizo pis y se oyó una risa entre las nubes.

- "¿Será una señal?", preguntó el grid poeta: "Es tan hermosa..."
- "No lo dudes", respondió el grid de vientre plano.
La criatura alada entretejía las historias en un blues que convocaba caminantes y grid a otra perpendicular, al tiempo en que, incesantemente, la mirada del bebé que dios miraba, renacía.

Piensa en cuando no tenías nada. Quiero decir: piensa en cuando no sabías cuánto valía lo que tenías, y te sentías desnudo bajo las armaduras y el chal, desposeído en la amplitud del palacio, repartidor del tiempo que no sabías compartir.  Hay un ayer para el ahora, un ayer necesario para entenderte con el espejo, aún si la historia real podría no contar con más que el instante en que te mirabas, recién, y no te reconocías; y nunca te habías visto. Construye un universo mirando el peine ese nacarado de pesodiéz con sus cincuenta dientecillos iguales y sus dos colmillos culminantes. A medida que te entrenas, advertirás que has creado un sinfin de realidades y te sobra aún materia prima; verás que a la hora de tener todo lo necesario, sobra la mitad del peine y ya no tienes disposición de inventariar ninguna riqueza adicional.  ¿A qué corrías cuando no sabías? Te sabe bien el raso azul del almohadón en que descansas, ahora que el verde ausente acaricia tu añoranza del desierto. Piensa en cuando todo te rodeaba y se hacía llamar por tí, y no tenías nada. Las montañas quietas y el frío sabroso tras la ventana, y abajo nosotros, esperando que nos sostengas por sostenerte. Este es el primer instante de tu tiempo, y has caminado sin vida, en tiempos otros, para llegar aquí. Sábelo: estamos hartos de aguardar por tí. Las historias de mi calle, las anécdotas del colegio y los aromas de la cocina de cada abuela: todo una pura excusa para llevarme a  bendecir el arcoiris, para despertar mi caricia al mango de hueso del cuchillo, para que guarde la noche el secreto de mis días entre imágenes de un mundo próximo que me recorta de sí al despertar. Un tiempo futuro, desde el cual construir el presente, indiferentes a todo condicionamiento de cualquier hipótesis de pasado. Esto es: el tiempo circulando al revés de lo que creíamos cuando estábamos afuera: el presente en función del futuro; la crónica de ayer establecida por la intención de mañana. Recién se inició el  invierno: todo comienza dentro de algo más de dos meses. Apresta tus sueños a sembrar.

Un grid se espantó por el trueno; otro cerró los ojos; el bebé que mira dios buscó a dios en el espejo; afuera, la madreselva y el cedrón palidecían, rojecían, violetaban sus filos y pedían, y su murmullo sabía a cosquillas de las de espuma de mar, y la sonrisa del bebé que dios miraba ronquecía.

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